Three Muses Before Breakfast: A Málaga Cliffside Story 🌅
Some morning shoots hit you harder than a double espresso ever could, and day three of the HEATWAVE Escape was one of those. We left the villa at 6, me barely awake at the wheel and the three girls curled up in the back, wrapped in hoodies and blankets, the car still smelling like sleep. By the time we reached the cliffs, Cheyenne and Mia were already wide awake in the only way those two know how. Tops off, salt in their hair, giving me that look that says “start shooting, Arnold, keep up.”
(Versión en español abajo ⬇️)
The sunrise wasn’t even ready yet, but they were. Laughing, teasing, moving like they had known each other for years when in reality they met on this trip. At some point I decided to shoot a few of Cheyenne separately, guiding her onto a lower part of the rocks where the sea crashed far below us. You could feel the force of the waves even from up high.
And then came Rosangelina.
Barefoot on the cliff, braids falling over her shoulders, cowboy hat in the wind. The sweet, slightly shy Rosangelina I thought I knew was gone. This version didn’t hesitate. She slipped her bikini top off like it was nothing and suddenly the whole cliff felt like hers. The light hit, her confidence locked in, and yeah… I might have lost my focus for a second.
Cheyenne saw it immediately and shouted with a grin, “Arnold, stay focused!”
You can imagine the tone. She knew exactly what she was doing.
Some mornings are just photoshoots.
This one felt like surviving three muses before breakfast.
Arnold ✌🏼
(Versión en español ⬇️)
Tres Musas Antes del Desayuno: Una Historia en los Acantilados de Málaga
Algunos amaneceres te despiertan más fuerte que un doble espresso, y el día tres del HEATWAVE Escape fue uno de esos. Salimos de la villa a las 6, yo medio dormido al volante y las tres chicas acurrucadas detrás, envueltas en sudaderas y mantas, con el coche oliendo todavía a sueño. Cuando llegamos a los acantilados, Cheyenne y Mia ya estaban despiertas de la única manera que ellas conocen. Sin top, con sal en el pelo, mirándome como diciendo “empieza a disparar, Arnold, y date prisa”.
El sol aún no estaba listo, pero ellas sí. Riendo, bromeando, moviéndose como si se conocieran de toda la vida cuando en realidad se habían conocido en este viaje. En un momento decidí hacer unas fotos de Cheyenne a solas, llevándola a una parte más baja de las rocas, donde el mar rompía muy abajo. Podías sentir la fuerza de las olas incluso desde arriba.
Y entonces llegó Rosangelina.
Descalza sobre el acantilado, con las trenzas cayéndole por los hombros y un sombrero vaquero peleando con el viento. La Rosa dulce y un poco tímida que creía conocer había desaparecido. Esta versión no dudaba. Se quitó la parte de arriba del bikini como si nada y, de repente, el acantilado entero parecía suyo. La luz la alcanzó, su confianza encajó de golpe y sí… puede que perdiera el foco un segundo.
Cheyenne lo vio al instante y gritó con una sonrisa: “¡Arnold, concéntrate!”
Ya puedes imaginar el tono. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
Hay mañanas que son solo sesiones de fotos.
Esta fue como sobrevivir a tres musas antes de desayunar.
Arnold ✌🏼